Cajero



Salgo. Una yonki me mira con desdén desde el interior de un cajero. Sentada en el suelo, se inyecta en el tobillo mientras sujeta su pierna con una mano. Bajo la luz fluorescente, su intimidad es tan frágil como sus venas.

Vuelvo. Una chica me mira con desdén mientras se aleja del cajero tras intentar abrir la puerta con su libreta de ahorros. Cruza la calle en dirección a sus amigos y abre los brazos dando a entender que no ha conseguido nada. Se quedan en las escaleras matando el rato.

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